domingo, 8 de mayo de 2011

Me topo con un programa especial del Terremoto del '85. No sé por qué siempre ha sido un tema que me ha llamado mucho la atención. Me reconozco curiosa observadora de desastres y situaciones extremas, de su efecto sobre las personas en lo individual y lo colectivo.

De pronto una imagen me sacude. Es un corcho donde hay varios anuncios pegados, imagino listas de heridos, instrucciones, noticias... y entre ellos escrito con grandes letras, coloreadas de verde blanco y rojo se lee: ANIMO MÉXICO.

Este es el mismo país, ¿acaso somos la misma gente? ¿tendremos la misma madera de estas personas que dejaron todo y se ensuciaron las manos y los ojos por ayudar a sus vecinos? Espero que sí... y me cuesta mucho trabajo comprobar si mi esperanza tiene motivos.

Me llenan los oídos de quejas, leo sobre marchas locales nacionales y de todos los tamaños. Disgustos, peticiones... ira. Me abruma la incongruencia, la impotencia de no saber por dónde atacar este monstruo que se come mi hogar. Si bien no reconozco su rostro, no tiene nombre. ¿cual es el problema que se quiere solucionar?... No sé.

Estoy triste. Estoy cansada y temo al cinismo, al silencio, al desamparo aprendido. Necesito acciones verdaderas, ansío ensuciarme las manos entre los escombros de tantas cosas que veo derrumbadas...